abril 28, 2024

2023, crecen los riesgos por la deuda

2023, crecen los riesgos por la deuda

Mario Lettieri y Paolo Raimondi, desde Roma* El aumento de las tasas de interés y la estanflación, son resultado de la combinación de estancamiento económico con un incremento de la inflación, que inevitablemente presiona la estructura de las deudas globales. En junio de 2022, el monto estimado de la deuda pública y privada global llegaba a los 300 billones de dólares, el equivalente del 350% del PIB mundial. En 1999, este número era de 200 billones de dólares. En los EUA, la proporción deuda total/PIB llega al 420%, superior a la de la Gran Depresión de la década de 1930 y al período inmediato posguerra. Semejantes números se repiten en todas las economías avanzadas; en China, por ejemplo, es del 330%.

Las deudas en sí no son un gran problema, en tanto sean usadas para fomentar inversiones para el desarrollo industrial y tecnológico. El riesgo se manifiesta cuando éstas crecen de manera desproporcionada y se vuelven predominantemente especulativas y desvinculadas de la economía real.

El crecimiento de la deuda alcanzó a muchos sectores

Como la familia, empresas, bancos –especialmente los llamados “bancos sombra” (shadow banks)- gobiernos y hasta países enteros. En particular, los deudores llamados “zombis”, los incumplidos mantenidos a tono por las prolongadas políticas de tasas cero de interés de los principales bancos centrales. Desde que la Reserva Federal estadounidense y otros bancos centrales comenzaron a subir las tasas de interés, en el intento de estabilizar los precios, los “zombis” vieron aumentar constantemente el costo de sus deudas. A esto debe agregarse la erosión de los ingresos, ahorro y riqueza, inmuebles y bienes muebles, licuados por la inflación.

La última vez que la economía mundial experimentó una estanflación fue en la década de 1970. En ese entonces, sin embargo, las tasas de préstamos eran más bajas. Hoy, no obstante, podríamos hablar del riesgo de un “choque de estanflación”, incluso porque no se está pensando en reducir los intereses para fomentar la demanda, la producción y el consumo.

Además, hubo una serie de eventos geopolíticos generadores de choques negativos en la oferta: la pandemia de Covid-19, la guerra en Ucrania, algunos problemas internos chinos y otros. Y, desde esta vez, debido a la gran crisis financiera de 2008 y al período inicial de la pandemia, no será posible intervenir con rescates públicos a los sectores en dificultad.

Foto: Pixabay

El riesgo es generalizado

Algunos economistas estadounidenses, como el profesor de Harvard Kenneth Rogoff, ex-economista en jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), gustaría de desviar la atención de las áreas de crisis en Estados Unidos, donde, por ejemplo, la deuda de grandes empresas se volvió un gran cáncer, y orientarla hacia otros lugares. En particular, Rogoff eligió Japón e Italia como focos de crisis, porque, según él, al aumentar los intereses les tornaría más difícil garantizar el servicio de su deuda pública. Los países emergentes también se encuentran bajo presión

Están directamente influenciados por las políticas monetarias de la Reserva Federal. Altas tasas de interés, dólar fuerte, fuga de capitales, desvalorización de las monedas locales e inflación, dificultan mucho el manejo de sus deudas.

La revista The Economist identificó hasta 53 países vulnerables que entrarán en colapso bajo el peso de la deuda o corren el riesgo de hacerlo. Por si las dudas, el Banco Mundial afirma que el 60% de los países emergentes o pobres se convertirán en deudores de alto riesgo.

En tanto los gobiernos no están dispuestos a recortar presupuestos o aumentar impuestos por razones políticas y sociales obvias, una vez más, la papa caliente pasa a las manos de las autoridades monetarias. No obstante, hay una creciente demanda para que los bancos centrales vuelvan a monetizar los déficits. En otras palabras, ¡otro período de flexibilización cuantitativa! Además, otros gustarían de globalizar las inyecciones monetarias y financieras, colocando al FMI en un papel central. Hace algunos meses, el Fondo emitió una montaña de Derechos Especiales de Giro, su moneda bíblica, equivalente a 650 mil millones de dólares.

La intervención fue hábilmente presentada como necesaria para los países pobres. En realidad, solamente 32 mil millones de dólares fueron hacia el África Subsahariana y la distribución se hizo con relación al PIB de los países. No es difícil adivinar quien se benefició.

Tal vez, las actuales políticas puedan posponer las crisis, pero no evitarlas. Mucha “basura” se ha barrido debajo de la alfombra por mucho tiempo, pero no hay una varita mágica que la haga desaparecer. Sin embargo, lo que podría hacerse para una gestión más adecuada de la deuda, sería, por lo mínimo, la introducción de instrumentos capaces de contener y eliminar las diversas formas de especulación y apalancamiento financiero circulando libremente por los mercados.

*MSIA Informa

Fotos: Pexels/Pixabay

About The Author

Maestra en Periodismo y Comunicación; directora de noticias, editora, jefa de información, articulista, reportera-investigadora, conductora y RP. Copywriter de dos libros sobre situación política, económica y narcotráfico de México; uno más artesanal de Literatura. Diversos reconocimientos, entre ellos la Medalla de plata por 50 Aniversario de Radio UNAM y Premio Nacional de Periodismo, categoría Reportaje.

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