El Fondo Monetario Internacional (FMI) define un préstamo como NPL cuando los intereses de la deuda en cuestión no se pagan por 90 días, cuando los intereses son capitalizados y refinanciados o cuando el acreedor tiene buenos motivos para dudar de la capacidad del deudor para saldar el crédito otorgado.
De acuerdo con el Informe, hacia finales de 2019, la proporción de NPLs del total de préstamos a empresas rondaba en el 7% en las economías emergentes, poco menos del 6% en Europa y cerca del 1.5% para América del Norte. Debe tenerse en mente que Europa depende más de préstamos bancarios, mientras en los Estados Unidos la mayor parte del financiamiento a las empresas se da en el mercado de capitales.
En cuanto a los Estados Unidos, la Reserva Federal de San Luis, que también tiene la función de investigar y analizar diversas situaciones económicas, admite un significativo deterioro en la situación de los NPLs. No estamos en la situación de 2010, cuando llegaron a 375 mil millones de dólares, pero el aumento registrado en el tercer trimestre de 2020 en relación con el año anterior fue de 30%, elevando el total a 108 mil millones de dólares.
La OCDE estima que, si tan solo el 25% de los créditos deteriorados ahora considerados “en suspenso debido a intervenciones fiscales de los gobiernos”, se tornan en incumplimiento, el aumento llegaría al equivalente a 216 mil millones de euros solamente para Estados Unidos.
En Europa, la situación es muy variada
Los dos países más expuestos a los NPLs son Francia con 126 mil millones de euros e Italia con 119 mil millones; sin embargo, en lo que se refiere a los considerados “en suspenso”, Francia tiene 254 mil millones e Italia, 156 mil millones.
Cuando el apoyo de los gobiernos sea eliminado, la recesión inducida por la pandemia de Covid-19 podría aumentar los préstamos insolventes para los bancos. Con efecto, se estima que 35% de préstamos bancarios nuevos se beneficiarían de medidas fiscales de apoyo a las empresas. Así, incluso las “empresas zombis” sobrevivientes al 2020 podrían aumentar todavía más los préstamos insolventes.
Como resultado, los bancos serían forzados a aumentar las reservas y provisiones para posibles pérdidas de crédito. Semejante deterioro en la calidad de los activos bancarios y en el desempeño de sus ingresos podría limitar la capacidad de los bancos de absorber mayores pérdidas en el futuro, afectando adversamente su capacidad de intermediar crédito para poyar la recuperación económica.
Existen temores de que una recuperación más débil que la esperada o un prematuro final de las medidas de apoyo monetario y fiscal. Junto con crecientes vulnerabilidades en el sector privado no-financiero, pudieran impulsar más el número de préstamos insolventes. Por lo tanto, la OCDE afirma que las autoridades financieras en diferentes países deben considerar nuevas medidas para monitorear la calidad de los préstamos y tomar medidas inmediatas.
En algunos países de la OCDE, las tasas de insolvencia de hipotecas inmobiliarias y comerciales también aumentaron significativamente, con implicaciones potencialmente perjudiciales para la calidad de los activos de las carteras de préstamos bancarios.
El informe examina con preocupación dos escenarios
El de una desaceleración de la recuperación y otro, doblemente grave, considerando un repunte de la pandemia, y afirma que solamente medidas amplias de apoyo monetario y fiscal reducirán la gravedad del impacto de la crisis.
En general, los bancos de los países de la OCDE han mantenido un índice de reservas bastante alto, el cual en 2019 entre 2 y 8 puntos porcentuales por encima del mínimo reglamentario. El mayor aumento fue registrado por los bancos europeos, con una tasa de capital reglamentario de casi 19%.
La OCDE invita a los bancos a usar estas reservas de forma de evitar el desapalancamiento bancario, es decir, una reducción en la concesión de créditos hacia la economía real durante la recuperación.
Las mayores vulnerabilidades bancarias se deben al agravamiento de la rentabilidad después de la Gran Crisis Financiera de 2008. En 2019, los bancos europeos, las economías emergentes de mercado y la región Asia –Pacífico experimentaron una caída más acentuada en sus retornos sobre el patrimonio líquido (ROE) desde 2007.
Esos bajos niveles de rentabilidad de los bancos muestran que, en comparación con el pasado, ellos entraron en crisis pandémica con menos renta disponible para compensar las pérdidas.
El sector corporativo no-financiero fue el primero en ser alcanzado, con un deterioro acentuado y repentino en la calidad del crédito causado por la caída de la economía global. De acuerdo con el levantamiento de Standards & Poor’s para 2021, las tasas de insolvencia corporativa de nivel especulativo en Estados Unidos subirán hasta un 9% en septiembre, en comparación con un 6.3% de hace un año. En el mismo período, en Europa, habría un aumento del 4-3% hasta el 8%.
Intervenciones monetarias sin precedentes por parte de los principales bancos centrales y un amplio apoyo fiscal en muchas economías avanzadas y emergentes puede mitigar el incumplimiento a corto plazo, de acuerdo con el informe de la OCDE. Sin embargo, el aumento en la emisión de la deuda corporativa en 2020 agravó el ya elevado apalancamiento del sector. En un momento en que los ingresos se están encogiendo, los costos están aumentando. Esto puede llevar a un largo período de grandes incumplimientos.
*MSIA Informa