Después de casi seis meses de discusiones, los Países Bajos tienen una nueva coalición de gobierno. Sus miembros son el Partido de la Libertad (PVV) del ultranacionalista Geert Wilders, el más votado en las elecciones de finales del año pasado, el liberal Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), el centroderechista Nuevo Contrato Social y el sorprendente Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB), creado en 2019 para oponerse a las políticas medioambientales radicales del gobierno entonces encabezado por el VVD y la Unión Europea (UE).
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Y es precisamente el BBB el que está llevando al nuevo gobierno a impugnar el radicalismo ecologista en la política nacional, con el rechazo de varias medidas previamente acordadas que encajarían a los Países Bajos en la agenda “climática” establecida por Bruselas para 2030, a pretextode reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso de nitrógeno en la agricultura. Entre ellas, la intención de cerrar hasta el 30% de las fincas del país y la obligación de sustituir los calentadores de gas por eléctricos, que son mucho más caros.
El manifiesto de la coalición se compromete a “dejar de dar miles de millones (de euros) a políticas inútiles de contaminación climática y de nitrógeno” y a “detener la histérica reducción de CO2 (dióxido de carbono)”. “Durante décadas, se nos ha hecho temer el cambio climático, y aunque se suponía que los escenarios desastrosos predichos, en todo el mundo, se volverían cada vez más extremos, nada de esto ha sucedido”. (Té Guardian, 16/05/2024)”.
“Estamos escribiendo la historia”, dijo Wilders al anunciar la nueva coalición de gobierno.
Por su parte, la líder de la BBB, Caroline van dar Plas, se alegró:
Se está protegiendo la agricultura de alta calidad, y esto es necesario porque tenemos un problema con la seguridad alimentaria en el mundo. Los agricultores holandeses no tienen que alimentar al mundo, pero los agricultores de los Países Bajos pueden ayudar (Té Guardian, 16/05/2024).
En la misma línea, en otra desviación de la guía climática de la UE
El nuevo gobierno planea poner fin a los subsidios para los autos eléctricos en 2025, así como rechazar las directrices de Bruselas para reducir el rebaño de ganado para reducir las emisiones de metano.
Para culminar, el acuerdo de coalición establece que se abandonará el pretendido aumento del impuesto nacional al carbono y se contempla la construcción de cuatro nuevas centrales nucleares en el país, dos más de las previstas anteriormente; y la ampliación de la central nuclear de Borselle, la única del país (482 MW), con dos nuevos reactores en el rango de 1.000-1.650 MW.
Rapidito, el aparato ecologista internacional no perdió tiempo en lanzarse contra la nueva orientación, y Greenpeace Internacional (con sede en Ámsterdam) la calificó de ataque a la naturaleza (The Telegraph, 18/05/2024).
Evidentemente, la industria “verde” teme que el “mal ejemplo” holandés sea copiado por otros países, cuyas economías y perspectivas de desarrollo se han visto muy dañadas por este insidioso aparato intervencionista.
La posición del nuevo gobierno holandés
Es resultado directo de las ruidosas manifestaciones lideradas por los productores agrícolas del país desde 2018 contra el radicalismo inducido por las políticas engañosas de “lucha contra el cambio climático”, hoy difundidas por varios países europeos.
En sentido estricto, es una gran ironía que la primera gran reacción institucional europea contra los excesos del radicalismo “verde” proviniera de los Países Bajos, uno de los países que más contribuyó a la construcción del ecologismo político.
De hecho, la Casa de Orange, la familia real holandesa, fue una de las parteras del movimiento ecologista internacional, siendo el príncipe Bernardo, consorte de la reina Juliana, uno de los fundadores del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), una de las ONG medioambientales más influyentes del mundo, y del Fondo Fiduciario 1001, una entidad ultra selecta formada por oligarcas millonarios y multimillonarios creada para financiar las actividades del WWF.
Grandes empresas como la anglo-holandesa Royal Dutch Shell tuvieron una influencia decisiva en la financiación y organización de la estructura operativa del movimiento “verde”.
El agrónomo Sicco Mansholt, primer comisario europeo de agricultura y miembro activo del Club de Roma, fue uno de los mentores intelectuales del ecologismo europeo, además de inspirar la creación de los primeros “partidos verdes”.
Dos de las ONG ambientales más grandes del mundo, Greenpeace y Amigos de la Tierra, tienen su sede internacional en Ámsterdam. Y el gobierno holandés es uno de los principales financiadores de entidades ambientales en los países en desarrollo. En 2023, estos gastos alcanzaron nada menos que 109 millones de euros.