marzo 28, 2024

Elecciones 2024: Los errores de la oposición en 2018

Elecciones 2024: Los errores de la oposición en 2018

Javier Esteinou Madrid*

El cambio en 2018

En 2018 existieron diversos factores económicos, sociales, culturales, comunicativos y emocionales que incidieron significativamente para permitir que la dupla electoral AMLO/MORENA alcanzara el triunfo en el referéndum federal de México. Sin embargo, además de los elementos anteriores también actuaron de manera complementaria y muy relevante, diversas variables erráticas de poder opositor que contribuyeron a la consolidación de la mutación del sistema político del país hacia la izquierda de la Cuarta Transformación.

Dichas realidades deberán ser consideradas de manera muy significativa por los partidos políticos de oposición, si pretenden obtener resultados distintos en los comicios de 2024, pues de lo contrario quedarán nuevamente desplazados del proceso hacia la transición democrática de la nación. Dentro de estos aspectos, figuraron, entre otras, las siguientes 18 realidades:

Desgaste de la partidocracia                          

1.- La partidocracia intentó sustituir al régimen presidencialista por los intereses particulares de los grupos políticos. Con errores y aciertos los presidentes mexicanos de antaño y sus equipos poseían una visión de Estado capitalista, desarrollista y nacionalista de largo y mediano plazo. Sin embargo, de 1980 a la fecha, las dirigencias de los partidos políticos, en cambio, convirtieron al Congreso en rehén de las marrullerías y mezquindades destinadas a mantener posiciones y canonjías a cualquier costo.

Así, los partidos tradicionales representaron, cada vez más, a los intereses de los grupos oligárquicos y de los poderes fácticos, y atendieron menos las necesidades apremiantes de los grandes sectores de la población, alimentando con ello la deslegitimación social de los mismos.

2.- El clima de atropello sistémico por la estructura de poder prevaleciente ocasionó el creciente rechazo masivo de los habitantes hacia un sistema partidocrático de naturaleza cleptocrática, abusiva y plutocrática que gozó de un constante pacto de impunidad del gobierno que lo protegió unilateralmente durante muchos años, sin que se aplicara la justicia más elemental, mientras que al grueso de la población se le administró todo el rigor de las leyes.

La negación de la grave crisis social

3.- La ceguera de la elite gobernante fue tal ante la crudeza de la realidad contundente que, en reiteradas ocasiones, durante 2016, 2017 y 2018 el titular del Poder Ejecutivo declaró que “en México no existía crisis real, sino que ésta solo se encontraba en la cabeza o mente de algunos, especialmente los críticos, pues el país estaba en pleno despegue hacia la prosperidad. Este malestar era un mero problema de percepción de despistados o asustadizos, pues ¡vivimos un momento de desafío económico, pero no tenemos una crisis económica!”.

Ante este panorama, el presidente Enrique Peña Nieto subrayó que era necesario que la sociedad mexicana abandonara su “mal humor social” y pidió a los ciudadanos que “dejaran a un lado el pesimismo y optar por ser una comunidad positiva y optimista. Porque realmente es así, con este pensamiento debemos seguir haciendo una mejor patria, una mejor nación, un espacio de mayores oportunidades para las nuevas generaciones, pero depende realmente de la buena vibra, de la energía que proyectemos y del México que concibamos en nuestras mentes”.

Sin embargo, frente a esta sorprendente negación indolente de la álgida circunstancia nacional por el gobierno de Peña Nieto y sus principales funcionarios públicos, de acuerdo al Latinobarómetro el 79% de la población creía que el primer mandatario era cómplice de la corrupción; el 74% consideró que la corrupción había aumentado mucho; el 64% estaban dispuestos a pagar el precio que representaba combatir esta lacra para solucionar algunos problemas; y el 52% pensaba que se guardaba silencio ante dicho mal social.

El narcisismo como “espejo político”

4.- La negación de la severa crisis nacional llegó a tal extremo que produjo una “burbuja narcisista” en la cual se miraba ególatramente la clase política para aumentar su autoestima déspota y clasista.

Como apoyo a dicha concepción triunfalista se irradió en 2016 desde la presidencia de la República a partir del “Cuarto Informe de Gobierno” la campaña publicitaria denominada “¡Lo bueno casi no se cuenta… pero cuenta mucho!”, cuyo objetivo era resaltar las acciones positivas de la gestión del Poder Ejecutivo e intentar crear una imagen positiva en la opinión pública. Mediante esta estrategia ideológica, apoyada mayoritariamente por la radio, televisión, medios impresos y redes socio digitales se intentó compensar la tendencia de “muchos mexicanos que a través de sus redes virtuales y medios de comunicación solo habían resaltado los hechos negativos de su administración.

El agotamiento del discurso dominante

5.- La ausencia de vinculación del sector gobernante con la resolución de las problemáticas fundamentales de los grandes sectores sociales, protegiendo sus propios intereses privilegiados por encima de los colectivos; empobreció el discurso, las alternativas de soluciones prometidas por partidos y el sistema de poder establecido para resolver las situaciones más apremiantes de la vida de las comunidades nacionales. De esta forma, se produjo un fuerte divorcio entre la retórica o narrativa oficial difundida por la clase política tradicional, adornado con las estrategias mercadológicas más modernas, y la severa situación cotidiana que cargaba agotadoramente la población desgastando la credibilidad del ramillete de “promesas” de cambio ofrecidas por los políticos a los ciudadanos.

6.- Derivado de este contorno político, el discurso de la oposición no consiguió ofrecer un escenario convincente, interesante, renovado, diferente, repitiendo clichés de campaña, frases huecas; en síntesis, entregó humo a una sociedad ávida de encontrar otro sentido y esperanza para su vida futura. Por ello, la derrota del PRI significó el cobro de la sociedad a su gestión gubernamental desaseada, impune, corrupta, fatua, antidemocrática, la reprobación a su proyecto de gobierno y a su estilo priísta faraónico y acartonado de actuar y de ver la vida.

El desgaste de las viejas “marcas políticas”

7.- El acentuado desprestigio de los gobiernos del PRI y el PAN liquidó el beneficio de la duda que algunos votantes todavía le dieron en el año 2006 al blanquiazul y en 2012 al regreso de un PRI supuestamente con la “cara lavada”. Muchos de estos votantes, desencantados con la incapacidad de los últimos gobiernos para detener los grandes conflictos nacionales, perdieron la esperanza en estas viejas “marcas políticas” desacreditadas, sin importar el tipo de candidato que postularon para la presidencia de la República y otros cargos públicos.

En otros términos, la ventaja electoral de AMLO/MORENA no solo se debió a los propios méritos que prometieron sus planteamientos ideológico-políticos y su acertada campaña publicitaria; sino también se produjo por los grandes errores cometidos por sus contrincantes.

PRI: ¡Nos cambiaron, porque no cambiamos!

8.- La principal causa por la que fue derrotado el PRI se debió a su enorme ceguera y soberbia política, que mantuvo como partido en el poder al no querer leer el mensaje de profunda descomposición del país que reiteradamente envió la ciudadanía en 1968, en 1988, en 1997, en 2000, en 2006 y el desperdicio de la gran oportunidad histórica que tuvo como gobierno en 2012. Fue sordo para escuchar las demandas de cambio y democracia que expresaba la sociedad y las bases de su militancia partidista, realizando solo modificaciones cosméticas que provinieron de acuerdos cupulares que no le sirvieron para nada.

En este sentido, aunque publicitariamente, el PRI prometió institucionalmente haber cambiado como organización política, aprender de su errores del pasado y regresar renovado al poder en 2012 con una nueva visión para articular a la nación; lo que se constató fue que lo que retornó amplificadamente fue la misma clase política corrupta, prepotente, voraz, autoritaria, plutócrata, déspota, faraónica y carente del más mínimo sentido humano, cuyo objetivo central era saquear al país en el menor tiempo posible para beneficiarse individualmente como grupo en el poder.

9.- El gran error del PRI fue que durante la dinámica comicial se convirtió en una agencia electoral de colocaciones de amigos que dejó a un lado a sus políticos más valiosos en favor de una camarilla. Contendió a partir de una estrategia fallida, anárquica, con la maquinaria partidista desmembrada, fracturada y moralmente derrotada. La militancia fue maltratada, sorprendida y sustituida con candidatos de dudoso prestigio e incluso de quienes generaban indignación a los propios priístas, de ahí que la mística tradicional de promoción del voto quedó derrotada y sujeta a interpretaciones acerca de negociaciones aviesas o de entrega al partido.

10.- La elección de José Antonio Meade como el candidato presidencial no afiliado al partido, fue tan solo uno de los factores que auguraron un destino desventurado, pues no obstante que se votó por “abrir los candados” que ponían los estatutos, un gran sector de las bases priístas no estuvieron de acuerdo con la decisión, pues no fueron considerados.

11.- La alternativa electoral de Meade no logró compensar el desdoro de las instituciones a las que representaban. Pudo ser la opción menos mala que tenía el primer mandatario Peña Nieto para elegir un candidato para el referéndum, pero eso no lo convirtió en una figura atractiva, pues su falta de carisma y su débil valor, no permitieron que fuera una buena opción que entusiasmara, ni a los propios priístas. Si al menos se hubiera atrevido a hacer una especie de deslinde con respecto a los errores de su exjefe, quizá habría captado la atención de algunos indecisos. Sin embargo, al presentarse como el fiel continuador de una administración que fue reprobada por más del 80% de la población, colocándose como la fórmula perfecta para el fracaso.

De esta forma, Meade fue incapaz de borrar la penumbra que le dejó la política fallida de Enrique Peña Nieto, el desprestigio institucional acentuado del Partido Revolucionario Institucional manchado por escándalos de algunos gobernadores encarcelados por presunta corrupción y la enorme situación de inseguridad que cobró más de 60,000 mil víctimas. Ese fuerte lastre que arrastró no le permitió crear credibilidad a lo largo de su campaña, pues era el heredero del abuso, la corrupción, la impunidad y la deshonestidad sistémica.  

12.- Los diversos casos de corrupción flagrante que marcaron la administración del presidente Peña Nieto plasmados, entre otros, a través de la Casa Blanca, el fraude Odebrecht, Obrascón Huarte Lain (OHL), la Estafa Maestra y los escándalos mayúsculos de podredumbre de los gobernadores priístas como Roberto Borge, Javier Duarte y, otros funcionarios estatales; contribuyeron significativamente al incremento del hartazgo ciudadano que se reflejó en las elecciones locales previas a la contienda presidencial y en los comicios federales finales de 2018. Dicha putrefacción sistémica no fue sancionada severamente en su momento por el gobierno en turno, sino que fue tolerada y aplazada para evadir las complicadas consecuencias políticas que significaría aplicar la justicia en tales terrenos, ya que aparecerían más sectores de poder involucrados en tales delitos.

Ante tales excesos vergonzosos y desmesurados la mercadotecnia publicitaria del PRI no pudo maquillar la corrupta realidad que generó durante un sexenio, pues no existía campaña ideológica que fuera capaz de borrar el grado de abuso, impunidad, desproporciones, “compadrazgo” y descomposición social a la que llegó el gobierno de Enrique Peña Nieto. El “principio de realidad”, se impuso sobre la propaganda electoral fantasiosa del partido tricolor.

Así, debido a la multiplicidad de los graves problemas acumulados y a la incapacidad gubernamental para resolverlos el promedio de aceptación de la gestión del gobierno mexicano en 2018 fue tan solo del 18%, la segunda más baja de toda Latinoamérica, después de Brasil que únicamente alcanzó el 6%. Todo ello reveló que gastar más en propaganda no se traduce automáticamente en mayor aceptación de la opinión pública y en más votos, pues la realidad es un componente más fuerte que el imaginario publicitario producido por la mercadotecnia electoral.

PAN: la guerra sucia del Estado

13.- En el caso del Niño Maravilla, Ricardo Anaya, pudo haber jugado a ser el Emmanuel Macron mexicano, surgido de la nada a los ojos del hombre de la calle, pero sencillamente careció de la sustancia para encarnar el símbolo de la modernidad y el cambio en el que quiso convertírsele. Por un momento se confundió su edad (39 años) y su locuacidad articulada con el proyecto de modernidad que permitiría al país salir de los problemas en los que estaba estancado. El conflicto fue que Anaya no propuso nada sustancial, o en todo caso, nada diferente que estuviera fuera de los paradigmas de las administraciones anteriores.

14.- La campaña de Anaya se basó en destacar su juventud, ¡acompañado del estribillo del partido !Movimiento Naranja, Movimiento Ciudadano!, uno de los tres partidos que lo postulaban como su candidato Por México al Frente, popularizado por el niño Yuawi. Dicha estrategia fue una alternativa propagandística muy pobre para enfrentar la fuerte potencia ideológica de transformación nacional que ofreció AMLO/MORENA.

15.- Una circunstancia que mermó de forma importante la fuerza de apoyo que tenía Ricardo Anaya al interior del PAN, fue la escisión que practicó Margarita Zavala, la panista con más alta aprobación en las encuestas, al abandonar sus filas, criticar su política dentro del partido y lanzarse como candidata independiente. Esto dividió el capital político del PAN y le dio mayor ventaja a la delantera que llevaba AMLO/MORENA.

16.- La guerra frontal que se desató entre el PRI y el PAN para querer conquistar el segundo lugar en las preferencias electorales y creer que mediante dicha astuta estrategia en el último momento el PRI podría alcanzar la Presidencia de la República, fue una equivocación fundamental que debilitó la competencia de la oposición. El fuerte encono entre ambos bandos ocasionó que el “voto útil” de tales corrientes políticas se dividiera sin apoyar al segundo candidato más aventajado, dándole más fuerza a la gran delantera ya obtenida por AMLO/MORENA en el primer lugar.

17.- El gobierno en turno y el PRI utilizaron todos los recursos del gobierno federal que manejaba el presidente Peña Nieto para elaborar una guerra de Estado contra Ricardo Anaya con el fin de tratar de arrebatarle el segundo lugar en las preferencias electorales. Con la golpiza publicitaria que recibió Anaya su prestigio público ya no pudo recuperarse ni con su actuación histriónica en los debates presidenciales y en otros espacios mediáticos. Tampoco, el debilitamiento del prestigio del candidato del PAN favoreció a Meade, pues en enero la distancia entre Meade y AMLO era de 17 puntos de divergencia, en marzo pasó a una diferencia de 27 puntos y, el día de la elección la lejanía fue de 37 puntos entre ambos.

PRD: el castigo ciudadano

18.- El Partido de la Revolución Democrática experimentó una severa crisis orgánica en su interior que contribuyó incrementar la pérdida de su fuerza como oposición política, siendo castigado por la sociedad. Así, derivado del fraude electoral perpetrado por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari en 1988 se creó el Partido de la Revolución Democrática (PRD) con objeto de restaurar la democracia en México y evitar del dedazo presidencial sobre el destino de la nación.

Pese a ello, a lo largo de los años, debido a la dominancia e intereses grupusculares en su interior, gradualmente fue perdiendo su rumbo democrático y se convirtió en un aparato político al servicio de un pequeño grupo que busco reproducirse ilimitadamente en la estructura de poder, olvidando la atención de los grandes problemas nacionales. Dicho vacío político y abandono del imaginario que ocupaba el PRD fue hábilmente retomado por AMLO/MORENA convirtiéndolo en uno de los componentes centrales de su nueva bandera partidista para persuadir a los sectores que antes eran fieles a esta corriente política en decadencia.

Autocrítica indispensable

La conjunción de todos estos complejos factores políticos creó una realidad muy difícil de ser aceptada por grandes sectores de ciudadanos para concederle otro voto más de confianza a la partidocracia convencional capitaneada por el PRI con objeto de continuar ejerciendo el modelo de gobernanza tradicional que había ocasionado tanto daño al país. Esta descomposición sistémica del proceso de gobernabilidad le permitió al frente Juntos Haremos Historia colocarse imaginariamente en la percepción de grandes multitudes como la opción electoral más eficiente para canalizar el fuerte descontento social y transformar al país.

La fuerte herencia de los errores sistémicos anteriores debe ser analizada de manera muy autocrítica con gran rigor, objetividad y honestidad por los partidos de oposición y la sociedad civil independiente, pues de lo contrario, continuaran dispersos, debilitados, sin estrategia, desprovistos de un proyecto alternativo de República, carentes de la confianza social, etc. evitando contribuir a edificar un futuro promisorio para cambiar el destino del país en las próximas elecciones nacionales de 2022 y 2024.

La alternancia política debe despertar enérgicamente sin algodones anestésicos de sus complacencias inmaduras e irresponsables para colaborar como contrapesos políticos a construir un horizonte más equilibrado que permita alcanzar un desarrollo superior para nuestra nación.

Fuente: Elecciones 2024: Los errores de la oposición en 2018, revista Siempre, No. 3596, Año LXVIII, Columna Comunicación, Fundación Pagés Llergo, Ciudad de México, México, 15 de mayo de 2022, páginas 42 a 46, http://www.siempre.mx/2022/05/elecciones-2024-los-errores-de-la-oposicion-en-2018/

About The Author

Profesor Distinguido en la UAM; Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Ex-vicepresidente (Fundador), Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC). Consejero Ciudadano del Canal de Televisión del Congreso de la Unión. Miembro Honorario del Consejo Nacional Para la Enseñanza e Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC). Premio Nacional de Periodismo en 2004, en 2010 y en 2014. Miembro de la Academia Mexicana de las Ciencias (AMC). Autor de múltiples libros, ensayos especializados y artículos periodísticos sobre comunicación, cultura, información y política en México, América Latina y otros países.

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