Arturo Rios
Hay escritores que afirman que la princesa Tecuichpo, bautizada como Isabel Moctezuma, mantenía relaciones carnales con Hernán Cortés y que, incluso, después de la muerte de Alonso de Grado, su tercer esposo, nació la hija de ambos, Leonor Cortés y Moctezuma.
Cortés dispuso que Tecuichpo se casara con Pedro Gallego de Andrada, con quien procreó a Juan, quien se fue a España y contrajo nupcias con una bella dama hispana y que, por su ascendencia, fue incorporado a la nobleza de aquel país. Y que más tarde conformó la dinastía Andrada y Moctezuma.
Pedro Gallego de Andrada, murió tres meses después del nacimiento de su hijo, se dice que en circunstancias muy extrañas.
Finalmente, Tecuichpo contrajo nupcias con Juan Cano de Saavedra, quien llegó a las Indias, a la Nueva España, con Pánfilo de Narváez, cuando éste fue enviado por Diego Velázquez de Cuéllar, gobernador de Cuba, para apresar a Cortés, por considerarlo un insurrecto.
Toda vez que realizó la incursión a la Tierra Firme, sin su consentimiento y robarle la iniciativa de iniciar la conquista del Nuevo Mundo.
Una vez que Cortés sorprendió a las Huestes de Pánfilo de Narváez, en Veracruz, mientras dormían e invitar a sus solados a participar con él, en la Conquista, bajo la promesa de encomiendas, haciendas y nativos a su servicio, Cano Saavedra, fue unos de los que se adhirieron al conquistador.
Juan Cano, nació en 1502, se casó con Isabel de Moctezuma en 1531. Ella, era una mujer de 21 años de edad, procrearon a Pedro, Gonzalo, Juan, Isabel y Catalina.
En los inicios de la Colonia
Las jóvenes indias no podían ser monjas, sólo entraban a los conventos las españolas y de manera excepcional, algunas mestizas. Ejemplo de ello fueron, desde el siglo XVI, doña Isabel y doña Catalina, hijas de Isabel Moctezuma y Juan Cano, que llegaron a ser monjas en el convento de la Concepción.