octubre 29, 2025

Mientras tanto, en Narnia… la Iglesia se prepara para la COP30

Mientras tanto, en Narnia… la Iglesia se prepara para la COP30

Es el título de un artículo publicado en el blog INFOVATICANA, el 15 de octubre pasado.

MSIA Informa

La COP30, trigésima Conferencia de las Partes de la ONU sobre Cambio Climático, tendrá lugar del 10 al 21 de noviembre en Belém do Pará, Brasil. Como cada año, se reunirán gobiernos, burócratas, lobbies verdes, ONGs de toda índole y empresas que viven de la “transición energética” para negociar compromisos climáticos, exigir más fondos y discutir quién pagará la factura del apocalipsis ambiental que ellos mismos anuncian.

En este escenario, la Iglesia Católica en América Latina ha decidido presentarse, no como la Esposa de Cristo, sino como una ONG más entre Greenpeace y Oxfam. Cáritas Latinoamérica y el Caribe publicó recientemente su documento de “posición” de cara a la COP30. Traducción en cuatro idiomas, tono solemne, mucha indignación ambiental… y, por supuesto, ni rastro de Jesucristo.

Laudato Si’: La nueva constitución de la Iglesia Ecológica

El texto se apoya en la encíclica Laudato Si’, presentada de facto como el nuevo documento constitucional de la Iglesia Ecológica. Allí está toda la terminología: “conversión ecológica”, “justicia climática”, “cuidado de la Casa Común”.

Pero lo esencial de la fe católica —Cristo, la redención, la vida eterna— brilla por su ausencia.

El riesgo es evidente: que Laudato Si’, en lugar de ser una exhortación pastoral, se convierta en el catecismo oficial de una nueva religión ecológica sin trascendencia, donde lo importante no es la salvación de las almas, sino la reducción de las emisiones de CO₂.

Un documento sin Cristo

En sus páginas abundan conceptos propios de Naciones Unidas: “financiamiento climático”, “pérdidas y daños”, “colonialismo verde”. Nada mal para un seminario en Bruselas o Nueva York, pero ¿de verdad esto es lo que la Iglesia tiene que aportar al mundo?

La ausencia de Cristo no es un descuido: Es un síntoma. La Iglesia corre el riesgo de convertirse en una ONG verde más, diluyendo su identidad en un discurso secularizado que cualquiera podría firmar.

Los obispos europeos: Un contraste incómodo

Curiosamente, en Europa los obispos —que no son precisamente ejemplo de valentía apostólica estos días— acaban de dar un pequeño paso distinto. En su plenaria en Fátima, enviaron una carta a Ursula von der Leyen pidiendo a la UE que actúe con decisión en la COP30. Hasta aquí, parecido al documento latinoamericano.

La diferencia está en el tono: Los obispos europeos hablaron del olvido de las raíces cristianas, de la necesidad de reconquistar Europa con amor y de la misión de ser discípulos misioneros en una Europa secularizada. Es decir, incluso en medio del discurso verde, se atrevieron a recordar que la Iglesia no existe para gestionar presupuestos climáticos, sino para evangelizar.

Foto: Pixabay

Entre el ecologismo secular y la misión de la Iglesia

Nadie niega que cuidar la creación sea parte del deber cristiano. Benedicto XVI lo recordó con fuerza. Pero también advirtió que la Iglesia no es una ONG. Cuando Cáritas se sienta en las mesas de la COP30 sin mencionar a Cristo, lo único que logra es reforzar la narrativa secular de siempre: más fondos, más políticas, más burocracia. Y mientras tanto, el Evangelio queda fuera de juego.

El contraste es evidente: Los obispos europeos, con todos sus límites, al menos dejaron entrever que el problema de fondo es espiritual y cultural. Cáritas Latinoamérica, en cambio, parece hablar desde un mundo alterno —una especie de Narnia climática— donde la Iglesia ya no evangeliza, solo redacta documentos técnicos.

El cuidado de la creación, no es el fin último

¡Y aclaremos! no se trata de negar la obligación cristiana de custodiar la creación. Somos parte de ella y debemos cuidarla. Pero sin olvidar lo que enseña el Catecismo: “Fuimos creados para conocer, amar y servir a Dios en esta vida y así gozar de Él en la eternidad”.

La creación es un don de Dios, pero no es nuestro fin último. Volver el medio ambiente en el centro absoluto de la misión de la Iglesia es invertir el orden de las cosas. El fin de la vida humana no es cuidar la Casa Común, sino alcanzar el Cielo. El cuidado de la creación tiene sentido solo en cuanto nos ayuda a cumplir nuestro destino eterno.

No escandalizarse, pero sí señalar el rumbo perdido

No hace falta rasgarse las vestiduras. Basta leer el texto y constatar que la Iglesia institucional, cada vez más, habla el idioma del mundo y calla el nombre de Cristo. No es escándalo, es diagnóstico. Y el diagnóstico es claro: cuando la Iglesia se convierte en comentarista de políticas verdes, renuncia a su verdadera misión.

La COP30 pasará, como pasaron las 29 anteriores, con grandes titulares, promesas para un futuro mejor y acuerdos verdes. Pero la Iglesia debería preguntarse qué dejará su participación: ¿Un aporte cristiano con nombre propio que trasciende más allá de la naturaleza, o un documento más que podría firmar cualquier ONG?

Fotos: Pixabay

About The Author

Maestra en Periodismo y Comunicación; directora de noticias, editora, jefa de información, articulista, reportera-investigadora, conductora y RP. Copywriter de dos libros sobre situación política, económica y narcotráfico de México; uno más artesanal de Literatura. Diversos reconocimientos, entre ellos la Medalla de plata por 50 Aniversario de Radio UNAM y Premio Nacional de Periodismo, categoría Reportaje.

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