Después de su petición de recuperación judicial, el llamado Capítulo 11, en septiembre pasado, la Tricolor Holding, importante vendedora de carros nuevos y usados con sede en Texas, se encuentra ahora bajo investigación federal por fraude.
Mario Lettieri y Paolo Raimondi, desde Roma*
El hoyo financiero todavía no ha sido cuantificado. Parece estar entre mil y diez mil millones de dólares, si no es que más. Es un valor molesto, pero que podría ser absorbido por el mercado. El verdadero problema, no obstante, es otro.
La empresa texana concedió préstamos subprime a un número impresionante de clientes. En otras palabras, los carros vendidos fueron respaldados por garantías proporcionadas por compradores no confiables, aquellos que no lograban pagar los préstamos al día. Además, existen investigaciones preliminares revelando que aproximadamente 30 mil préstamos concedidos, estaban vinculados a vehículos que también garantizaban otras deudas.
Además de todos, la Tricolor Holdings usó préstamos subprime como garantía para emitir títulos. En general, las concesionarias de vehículos utilizan sus carteras de financiamiento de vehículos como garantía para obtener financiamientos de corto plazo y la liquidez necesaria para las operaciones rutinarias.
Al ser activos reconocidos, los préstamos concedidos se agrupaban en otros títulos –el llamado aseguramiento- que el sistema bancario y financiero colocó con sus clientes en búsqueda de inversiones.
Solamente en los dos últimos años, la Tricolor Holdings habría obtenido por lo menos 2 mil millones de dólares que compraron sus préstamos subprime. Aproximadamente 40% de todos los préstamos vendidos a los bancos eran de clase subprime. El mercado automotriz se estima en 80 mil millones de dólares. La prensa estadounidense menciona al JP Morgan, Fifth Third Bank y Barclays entre los bancos afectados por la quiebra de la empresa.
La Tricolor Holdings, conocida por hacer préstamos a comunidades hispanas de bajos ingresos
Era vox populi que, con frecuencia, ni siquiera solicitaba el número de Seguro Social del cliente, documento más importante que una cartera de identidad en muchos procedimientos burocráticos en EUA.
Los préstamos “subprime” pueden ser atractivos para personas que, de otra forma, no conseguirían obtener un crédito, pero necesitan de un carro para ir al trabajo. No obstante, estos pueden presentar serias desventajas, incluyendo altas tasas de interés y otros cargos.
Las multas por retraso en los pagos pueden aumentar rápidamente, llegando a una ejecución hipotecaria. Se estima que las prestaciones mensuales de las hipotecas de carros nuevos cuestan cerca de mil dólares. Sin embargo, 30% de los compradores de automóviles usados también pagan entre 600 y mil dólares por mes.

En esencia, se trata de una reedición casi idéntica de las hipotecas subprime
Concedidas a inicios de los años 2000 a personas que compraban inmuebles. Estos títulos fueron, entonces, adquiridos por bancos, que los desmembraron y los usaron como capital subyacente en otros títulos, los famosos títulos respaldados en activos (Asset-Backed Securities-ABS), que fueron entonces colocados en los mercados. Sin embargo, el “círculo” no se cerraba.
Fue el comienzo de una cadena de derivados financieros cada vez más especulativos, cada cual abrigando verdaderos activos tóxicos-¡títulos falsos y sin valor! Este mecanismo, junto con la convivencia de las agencias calificadoras de riesgo, contribuyó de manera sustantiva en la crisis global de 2008.
De acuerdo con la Reserva Federal (Fed), el sector de financiamiento de vehículos, evaluado en 1.7 billones de dólares, representa un octavo del tamaño del mercado hipotecario. Entre los financiamientos de vehículos, el 16% son “subprime”.
Préstamos “subprime profundos” de alto riesgo, como los de la Tricolor Holdings representan 2% del mercado del financiamiento de vehículos.
Las preguntas que caben son: Después del desastre de 2008, ¿Cómo resurgió la burbuja del subprime? ¿Dónde estaban los reguladores? ¿Qué hicieron?
Si el fraude se confirmara
Podría minar la confianza de los inversionistas en títulos respaldados en financiamiento de vehículos, un mercado que ayudó a impulsar el aumento de préstamos subprime por más de una década.
La verdadera preocupación es el contagio, inclusive, fuera de los EUA. Si la deuda automotriz puede aumentar y, después caer rápidamente, puede ser apenas una cuestión de tiempo hasta que la insolvencia se expanda hacia otros sectores más frágiles del crédito al consumidor.
Las alarmas sobre una nueva crisis financieras se están multiplicando. Por ejemplo, a inicios de octubre, hasta la revista londinense The Economist habló de los peligros del mercado, debido tanto a las quiebras en el sector de servicios automotrices en los EUA como al posible estallido de la burbuja de la inteligencia artificial, semejante a lo que ocurrió en la década de los 1990 con la burbuja punto.com de las telecomunicaciones. ¡Esperemos que no!
*MSIA Informa

