abril 25, 2024

Soberanistas, los malos de la película

Soberanistas, los malos de la película

MSIA Informa*

En un mundo que se construye y se representa mediáticamente, la realidad parece algo tan manipulable como un film de Hollywood. De ese modo, el lobby de los medios de comunicación, que hoy no solo abarca los medios tradicionales escritos y televisivos, sino también las plataformas y aplicaciones digitales, viene ejerciendo una influencia determinante en el comportamiento y en el imaginario del público y los usuarios.

Así se ha edificado en la opinión pública una imagen de buenos y malos tanto en Europa como en Estados Unidos, pudiéndose establecer dos categorías bien definidas y en constante pugna: los globalistas (proglobalización), que serían los buenos, versus los soberanistas que son identificados como los malos de este “western” mundial. Durante su mandato, Donald Trump denunció en numerosas ocasiones que el “globalismo” se había convertido en un obstáculo para el Estado-nación, ya que la globalización en el sentido en que se viene aplicando favorece principalmente los intereses de una elite económica cuyo caudal monetario ha crecido tanto en la última década que excede con creces el poder económico de muchos Estados.

Obviamente ,el europeísmo es de cuño globalista 

Y su cara más visible en el marco político es el Grupo del Partido Popular Europeo al que pertenece Úrsula von der Leyen, por ejemplo. De hecho, fue ella la candidata natural de Emmanuel Macron para suplantar a Jean Claude Juncker en la presidencia de la Comisión Europea. En aquella votación en 2019, el presidente francés declaró ante el Parlamento europeo (sin ocultar su soberbia) y, dirigiéndose al primer ministro húngaro Viktor Orbán y al ministro del Interior de Italia, Mateo Salvini –ambos soberanistas–, dijo: “Si han querido ver en mi persona a su principal opositor, están en lo cierto”. Desde entonces Úrsula von der Leyen ha tenido el rol protagónico de impulsar la nueva fase de la Unión Europa, declarando en aquella ocasión: “El nacionalismo quiere destruir Europa” (El Mundo, 30-12-19).

Así se ha instalado un nuevo maniqueísmo, no ya Oriente vs Occidente, cristianismo vs islam, comunismo vs capitalismo, sino que hoy el enfrentamiento se establece entre la ideología de la globalización y el de la soberanía nacional. La primera incluye la nueva agenda de derechos que pone énfasis en los dilemas identitarios de los individuos y no en sus verdaderos problemas sociales y económicos como vivienda, educación, salud y trabajo. Al mismo tiempo, se inculca la idea de que el Estado y las fronteras nacionales son un obstáculo para el desarrollo económico.

Ahora bien, si analizamos la sucesión de hechos que de algún modo han generado un descontento social en la Unión Europea, hallaremos que las razones que casi llevan a ganar las elecciones a Marine Le Pen, o las que llevaron a Giorgia Meloni a ganar las elecciones de Italia el año pasado, ambas soberanistas, son casi las mismas. En los dos casos, la ciudadanía se expresó principalmente en contra de las medidas tomadas en torno a la inmigración.

Desde 2015, el fenómeno se ha convertido en un serio problema y se remonta a la crisis humanitaria provocada por los conflictos bélicos iniciados en el año 2011 en Siria y Libia. También se ha expresado contra el manejo de la pandemia y las medidas anticovid que paralizaron a Europa y que tuvieron un efecto determinante en la toma de decisiones nacionales. Y, además, lo ha hecho contra el involucramiento cada vez más activo de Europa en la guerra ruso-ucraniana.

Foto: robertwaghorn

Frente a las verdaderas necesidades de la ciudadanía

El envío de armas a Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia que tienen finalmente un efecto devastador sobre la economía de los países del sur de Europa, el incendio parece propagarse y salirse de control. En esa línea, bajo el liderazgo de Emmanuel Macron y Úrsula von der Leyen, el flamante Fondo Europeo de Recuperación, NextGeneration UE, tiene el objetivo de echar agua sobre el fuego.

La finalidad de este fondo es financiar la nueva reestructuración de Europa, consolidando no solo la unidad política de la Unión Europea a través de dinero otorgado mediante préstamos y subvenciones a los Estados miembros, sino también promoviendo la transformación de la matriz energética, realizando una campaña mediática con la que se quiere hacer creer a la gente que la energía atómica ahora es una energía verde y renovable. En este sentido, los países de sur de Europa, que han sido los más afectados por la pandemia y la inflación, se han visto en la necesidad de adherirse a esta propuesta, aunque signifique continuar delegando parte de la soberanía nacional.

Sin embargo, no parecen mermar las aspiraciones soberanistas de la ciudadanía que ve cómo se disipa su participación e incidencia en los asuntos de la república, aunque campañas mediáticas incentiven lo contrario. Porque en definitiva lo que está en juego en Europa es quién toma las decisiones.

Y mientras todo esto ocurre, el 24 de enero del 2023 Alemania y la UE dieron un gran paso por el medio ambiente, autorizando finalmente la venta de larvas de gusano y grillos que pueden venderse como alimento a la población. Para muchos europeos, la idea de comer estas criaturas no es precisamente atractiva.

*Este es el título del siguiente artículo publicado en el periódico de Uruguay, La Mañana, en su edición del 8 de febrero de 2023.

Fotos: josemiguels / robertwaghorn

About The Author

Maestra en Periodismo y Comunicación; directora de noticias, editora, jefa de información, articulista, reportera-investigadora, conductora y RP. Copywriter de dos libros sobre situación política, económica y narcotráfico de México; uno más artesanal de Literatura. Diversos reconocimientos, entre ellos la Medalla de plata por 50 Aniversario de Radio UNAM y Premio Nacional de Periodismo, categoría Reportaje.

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