Arturo Rios
Con su singular relieve y su majestuosidad, el Cañón de Namúrachi, enclavado en el municipio de San Francisco de Borja, a 120 kilómetros de la ciudad de Chihuahua, área turística que es visitada año con año por miles de paseantes, que se asombran por su impresionante belleza natural.
Namúrachi es una zona de grandes cuevas, una denominada Obscura, descubierta por los pobladores hace pocos años; pero, hasta el momento, no hay historia exacta que cuente quién halló tan enigmática belleza natural.
El fuego y el agua esculpieron uno de los mejores cañones del estado, Namúrachi, que en tarahumara significa lugar de cuevas.
Es una grieta de 700 metros de longitud que culmina en una caverna de dimensiones colosales; paredes de más de 25 metros de altura y su constitución, similar a una gota de agua.

Cada centímetro de este cañón
Fue formado por pequeñas erupciones volcánicas, que dejaron al descubierto yacimientos de oro y plata. Después, el mejor cincel natural que pudo darle forma fue el agua. Lo moldeó y lo dejó abierto al público.
Bajo la caverna hay un templo católico para venerar al Sagrado Corazón; ahí se celebró la eucaristía en tiempos de los cristeros. Además, hoy funciona como un anfiteatro, donde se presentan conciertos de música de cámara y otros eventos.
En la entrada se admiran robles milenarios y, con un poco de suerte, algún venado cola blanca.
Los habitantes cuentan que el Cañón de Namúrachi fue elegido para hacer vigilias y con picos y palas, abrieron el camino hacia el asombroso escenario. Dato para comprender los adoratorios o cruces de su interior.