noviembre 06, 2025

El pecado y los pecadores estaban dentro de la casa y no afuera

El pecado y los pecadores estaban dentro de la casa y no afuera

Bolivar Hernandez*
Romelia nació en el seno de una familia numerosa y muy conservadora. La familia de Romelia tiene apellidos compuestos, dobles, aristocráticos, dicen sus padres.
Familia conservadora en una ciudad conservadora, no es ninguna novedad. Romelia es una moreliana recatada porque así se estila en Morelia, Michoacán. Es una chica religiosa al igual que sus padres que perteneces al Opus Dei.
Son de asistir a la misa dominical, sin falta. En la bella catedral de Morelia tienen asientos reservados, que son unas bancas de madera muy bien barnizados, con el nombre y apellido del licenciado, que es el donador piadoso.
De los seis hijos de la familia de Romelia, cuatro eligieron la vida religiosa; la hermana mayor se casó a los 18 años y ha tenido muchos hijos, los que Dios le mandó. Romelia es la menor de esos hermanos.
Ella tiene 20 años y no quiso estudiar
Así que permanece en casa ayudando a su madre que es una modista famosa en Morelia. Su especialidad son los infaltables vestidos de novia o quince años.
Romelia es una chica rechoncha, aunque ha tenido temporadas de flaca. Come con ansiedad nerviosa. Ha padecido trastornos de la alimentación desde niña.
Sus padres se esmeran en cuidar la virginidad de Romelia, y ejercen sobre ella un control y supervisión muy estrictas. No le quitan el ojo de encima.
La familia de Romelia es la típica familia llena de secretos que todos fingen ignorar o conocer. Si bien el divorcio es un pecado mortal, algunos tíos y primos viven separados de sus cónyuges desde hace muchos años, y nadie hace alusión a eso.
Sus hermanos mayores religiosos han abandonado la vida religiosa y viven en el extranjero ahora, dedicándose a los negocios.
El silencio es valorado con extremo esmero, hay demasiados temas prohibidos para ser mencionados en las reuniones familiares. Siempre la conversación gira alrededor de la religión y los santos. El Papa Francisco no es de su agrado, el licenciado lo detesta por comunista.
Romelia, aunque gordita notable, un día empezó a aumentar mucho de peso. Se le notaba en la redondez de su bello rostro blanco.
Ella seguía comiendo ansiosamente de unos meses para acá. En cierta ocasión en que estaban por entregar un vestido de novia, le dijo su madre en broma:
Hija parece que comes por dos. Romelia solo sonrió y esquivó la mirada de su Santa madre.
Los vestidos de Romelia eran cada vez más holgados, sueltos. Era obvio que estaba embarazada, y sus padres fingiendo no estar enterados del hecho. Además, el licenciado decía para sus adentros:
No puede ser posible que Romelia esté embarazada porque la vigilancia es estricta.
Y no era posible preguntar directamente a Romelia porque eso no es correcto en una familia decente.
Cómo preguntar, ¿con quien te acostaste, hija de mi vida?
Foto: Pixabay
El volumen del abdomen de Romelia era descomunal
Era algo inocultable, inclusive para un miope como su señor padre.
Por fin se decidieron llevar a Romelia al ginecólogo, el de sus confianzas, el doctor del Opus Dei.
Nadie debería enterarse del mal paso de la hija consentida. El doctor juró guardar el secreto de Romelia.
La sorpresa fue mayúscula, Romelia estaba ya en el octavo mes del embarazo, 35 semanas, y en el ultrasonido era claro que había dos corazoncitos latiendo con fuerza dentro del seno materno.
Le dijo el doctor al licenciado:
Mire mi amigo, el parto será por cesárea. Iba a ser un parto gemelar, y no quería correr ningún riesgo, según él. Típica excusa de los obstetras para cobrar más por un parto.
Llegó el día y la hora del parto programado
El 30 de abril a las 7 de la mañana. No eran mellizos sino gemelos, un hombre y una mujer. Bebés de bajo peso, pero sanos, y se fueron directamente a las incubadoras.
La niña era idéntica a Romelia, y el niño tenía gran parecido con alguien muy conocido de la familia.
A medida que el niño crecía, su rostro era idéntico a don Armando, ese leal empleado del licenciado; su chofer de toda la vida. Un hombre de todas sus confianzas, leal y fiel empleado.
Don Armando era un señor moreno, alto, de Guadalajara, tenía 40 años. Y era el chofer y auxiliar del licenciado en el despacho. Obviamente, era un hombre casado y con dos hijos grandes. Y en cuanto supo que Romelia parió, él desapareció de la escena. Él sabía que era el progenitor de esas criaturas.
El secreto de Romelia era no confesar cómo y dónde concibió a sus gemelos dentro de la casa. Sus padres la interrogaron por horas y no le sacaron ni media palabra a la bella Romelia.
¡El pecado y los pecadores estaban dentro de la casa y no afuera!…
*La vaca filósofa.
Fotos: Pexels/Pixabay

About The Author

Soy binacional México-guatemalteco, 77 años. Antropólogo, psicoanalista, periodista, ecólogo, ciclista, poeta y fotógrafo.

Related posts