Silvia Palacios*
La decisión de la Corte Suprema de EUA de anular el derecho constitucional al aborto, pone las cosas en su debido lugar. Derecho constitucional es la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, así está escrito en la Declaración de Independencia de 1776. El aborto no cumple ninguno de esos principios. Más aún, Thomas Jefferson, uno de los redactores de la Constitución, declaró: El único objeto… que va a merecer la gratitud infinita de la sociedad es la de impedir a los jueces usurpar la legislación. De manera que la sentencia de la Corte Suprema, tras casi 50 años que aprobara el derecho al aborto con la sentencia Roe versus Wade, ratificada en el caso Planned Parenthood versus Casey, devuelve un derecho que le pertenece al pueblo de la nación americana. El dictamen, dado a conocer el pasado 24 de junio, expresa:
Cualquier derecho de ese tipo debe estar ‘profundamente arraigado en la historia y la tradición de esta Nación’ e ‘implícito en el concepto de libertad ordenada’.
Además, agrega, Es hora de hacer caso a la Constitución y devolver el tema del aborto a los representantes electos del pueblo, por lo cual, la legislación en materia de aborto deberá ser definida en cada estado. Y es que, negando los principios que originaron la nación, a partir de los años 1970, Estados Unidos asentó un maligno precedente para universalizar las exigencias de un sistema económico y cultural maltusiano.
Fue la época en la que también se elaboró una política oficial secreta de control de la natalidad para evitar el desabastecimiento de los recursos naturales de naciones del Tercer Mundo hacia los Estados Unidos, el memorándum secreto NSSM-200 (elaborado en 1974 y desclasificado a mediados de 1990), conocido con el nombre de Informe Kissinger.
Luego de la abolición del aborto, se alzaron voces de alivio manifestando la repercusión internacional del flechazo dirigido al corazón de la asfixiante cultura contra la vida difundida a torrentes. El Vaticano se manifestó mediante el presidente de la Pontificia Academia para la vida, el Arzobispo Vicenzo Paglia:
El hecho de que un gran país con una larga tradición democrática haya cambiado de posición en este asunto también desafía al mundo entero,” Y “frente a la sociedad occidental que está perdiendo la pasión por la vida, esta acción es una fuerte invitación para reflexionar juntos sobre el problema de la generatividad humana y las condiciones que la hacen posible.
La Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB), por su parte, habló de “un día histórico en la vida de nuestro país”, e hizo un llamado por construir una época post Roe. En una extensa declaración firmada por su presidente, el Arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, se dice:
Durante casi cincuenta años, Estados Unidos ha aplicado una ley injusta que ha permitido a algunos decidir si otros pueden vivir o morir; esta política ha llevado a la muerte de decenas de millones de niños no nacidos, generaciones a las que se les ha negado el derecho a nacer. Estados Unidos se fundó sobre la verdad de que todos los hombres y mujeres son creados iguales, con el derecho dado por Dios a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, subraya la nota.
Evidentemente la decisión de la Corte Suprema ha provocado olas de revuelta en la élite malthusiana oligarca. Primero fue Joe Biden y Nancy Pelossi, presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de Estados Unidos. Al frente del Establishment liberal, el expresidente Barack Obama, la ex candidata a la presidencia, Hillary Clinton, secundados por George Soros, Bill y Melina Gates y Tedros Adhanom, director general de la OMS. Todos, al unísono recitando la ficción de que limita los derechos de la mujer.
El mega especulador George Soros afirmó, la decisión de la Corte Suprema de EUA es un asalto a los derechos humanos. Acaba con la protección federal al aborto, y amenaza los cuidados reproductivos. (Sputnik, 25 de junio). Es decir, amenaza los bien financiados programas de control de la natalidad y el programa identitario de la Open Society. Turismo abortivo Si bien este fallo no hace al aborto ilegal en todo Estados Unidos, al menos sí en una docena de estados, donde esta práctica será considerada un delito y entrarán en vigor leyes que protegen a la madre y al bebé en el vientre materno. Los otros estados tendrán que tomar las medidas pertinentes para apegarse a la Constitución, dejando que la población y sus representantes directos se expresen.
Por ahora, la tristemente célebre, trasnacional de la muerte, International Planned Parenthood Federation (IPPF), despavorida, está ofreciendo ampliar sus servicios de aborto para que los estados todavía no afectados por la decisión de la Corte, puedan atender la demanda de los lugares donde el aborto ya es ilegal.
Además, en lo que parece una película de terror, que podría titularse, “Expreso al valle de la muerte de los inocentes”, en rebelión a la decisión de la Corte Suprema, las grandes corporaciones decidieron aumentar el apoyo a los “programas de atención reproductiva”, pagar a sus empleados que lo deseen, paquetes “all inclusive”, para viajar a donde puedan realizar sus abortos. Parte de las empresas abortistas son: Walt Disney Company, Paramount, Sony, Warner Bros y Comcast, canales de TV como NBC o Telemundo, Amazon, JP Morgan Chase, Citigroup, Mastercard, Buzzfeed, Intuit, Duolingo y Johnson&Johnson. Esta revuelta se ha comenzado a expresar también en varias partes del mundo. En Francia, la presidente del partido oficialista Renacimiento, Aurore Bergé, anunció que presentará un proyecto de ley constitucional para proteger el derecho al aborto en Francia. La iniciativa tiene el apoyo de la coalición de izquierda Nuevo Ecologismo Popular y la Unión Social (NUPES).
