abril 26, 2024

La paz en Ucrania depende del “cambio de régimen” en Washington

La paz en Ucrania depende del “cambio de régimen” en Washington

Lorenzo Carrasco*
Las contundentes revelaciones del periodista Seymour Hersh sobre el sabotaje a los oleoductos Nord Stream, denunciando que todo fue planeado bajo los auspicios del presidente Joe Biden y ordenado directamente por él, continúan reverberando, dentro y fuera de Estados Unidos. El artículo de Hersh, basado en una filtración por una fuente con acceso a la planificación de operaciones de sabotaje, indica la existencia de una guerra intestina en el “Establishment” anglo-americano. Es evidente que la red vinculada al liderazgo militar del Pentágono tiembla cada vez más ante el ascenso de los neoconservadores más influyentes en el gobierno de Biden: el secretario de Estado Antony Blinken, el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan y la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, impulsando una confrontación directa catastrófica con Rusia en Ucrania. En una típica huida despavorida

Con el objetivo de crear un nuevo hecho escandaloso capaz de distraer la atención de las denuncias de Hersh, el equipo de Biden lanzó una jugada mandando al presidente a un agotador viaje sorpresa a Kiev. El lunes 20 de febrero, Biden se presentó en la capital ucraniana para una estancia de solo cinco horas, tiempo suficiente para una sesión de fotos y una reunión con Volodymyr Zelensky en el centro de la ciudad, reafirmando el “compromiso inquebrantable e incansable con la democracia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania (Casa Blanca, 20/02/2023)”.

Ambos, desfilaron por las calles, para mostrar valentía frente al peligro, al son de las sirenas que avisaban de un ataque aéreo; no obstante, todo no paso de un simulacro, no había ningún ataque ruso en marcha, ya que evidentemente, el Kremlin fue avisado antes de la visita a través de los canales diplomáticos. Aun así, el equipo Biden no se sentía seguro para volar en el espacio aéreo ucraniano y prefirió someter al debilitado presidente a un agotador viaje en tren de ida y vuelta de 18 horas entre Varsovia y Kiev.

Además de lanzar otra de sus trilladas mentiras contra el presidente ruso Vladimir Putin (al que no le importó su viaje), un senil Biden prometió a Zelensky otro paquete de ayuda militar de $ 500 millones de dólares. No obstante, hasta en los Estados Unidos, no todos fueron engañados por el espectáculo hollywoodesco. En un tuit furioso, el congresista Paul Gosar (republicano-Arizona) reprobó el momento del viaje criticando al Presidente por omitirse de problemas domésticos relevantes, como el desastre ambiental causado por el descarrilamiento de un tren con productos químicos altamente tóxicos en Ohio a principios de este mes: “La visita de Joe Biden a Ucrania es una bofetada en la cara de todos los estadounidenses, especialmente la gente de East Palestine, Ohio. Ucrania no es nuestro amigo y Rusia no es nuestro enemigo (RT, 21/02/2023)”. Gosar es un firme opositor a la financiación de Ucrania y ha presentado una resolución pidiendo la interrupción del apoyo militar a Kiev, copatrocinada por otros 11 congresistas. En un artículo publicado en el sitio web de la Strategic Culture Foundation el mismo día 20, el ex diplomático británico Alastair Crooke comento las posibles consecuencias de la guerra intestina en Washington:

(…) ¿Se puede confiar en que Biden no se vuelva imprudente? La comunidad de inteligencia estadounidense debe estar preguntándose, en la medida en que Ucrania está en entropía bajo una ofensiva rusa en todos los frentes, ¿Biden volverá a desesperarse? ¿Podemos imaginar que Estados Unidos simplemente levantará la mano y otorgará una victoria rusa? No, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) podría desintegrarse ante un fracaso tan espectacular. Por lo tanto, el instinto político será un juego: duplicar la apuesta, se está considerando una movilización de la OTAN en Ucrania occidental, igual a una “fuerza de amortiguación” para la “protección contra los avances rusos.

No es difícil ver por qué las facciones dentro del “Estado subterráneo” (“Deep State”) están ‘alarmadas’: los productos de la industria de defensa de Estados Unidos se consumen en Ucrania más rápido de lo que se pueden fabricar. Esto está cambiando negativamente los cálculos estadounidenses de China a medida que el inventario militar estadounidense se quema en Ucrania. Y la guerra en Ucrania puede extenderse fácilmente por toda Europa del Este. La conclusión es la inesperada (para la cúpula de poder) idea de que Estados Unidos podría ser el mayor perdedor en la guerra contra Rusia (Moscú entendió esto desde el principio).

En esencia, la perspectiva de un alto el fuego en Ucrania

Puede depender de un cambio de régimen en Washington. Pero una posible salida de Biden, por ejemplo, profundizando las investigaciones en torno a la participación de su hijo Hunter Biden en negocios turbios en Ucrania, sería un obstáculo más para la ya gran impopularidad de la vicepresidenta Kamala Harris, quien, a su vez, no puede ser tocada antes del inicio de la temporada electoral de 2024, para no provocar una reacción negativa del electorado negro e hispano; voto fundamental para la estabilidad del Partido Demócrata. De cualquier manera, el denominado Deep State guarda una amplia experiencia en deshacerse de los jefes de Estado que desafían sus programas, dentro y fuera de Estados Unidos.

En el caso que nos ocupa, la eliminación del equipo de Biden del centro de las decisiones representaría un poco común precedente de coincidencia entre la agenda de un segmento importante de ese gobierno paralelo y las aspiraciones de la mayoría de los ciudadanos, no solo de los Estados Unidos, sino de todo el mundo.

Imagen: BarBus

About The Author

Maestra en Periodismo y Comunicación; directora de noticias, editora, jefa de información, articulista, reportera-investigadora, conductora y RP. Copywriter de dos libros sobre situación política, económica y narcotráfico de México; uno más artesanal de Literatura. Diversos reconocimientos, entre ellos la Medalla de plata por 50 Aniversario de Radio UNAM y Premio Nacional de Periodismo, categoría Reportaje.

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