abril 17, 2024

México, la 4T, Tesla y el gran capital

México, la 4T, Tesla y el gran capital

Bernardo Méndez Lugo*

Todos somos simpatizantes del gran capital, no importan tendencias políticas, todo sea para generar más y mejores empleos dignos y desarrollo para el país.

Al final de esta simpática, triste y divertida competencia de a quién atribuir el mérito de la negociación para que Tesla se establezca en México con Elon Musk, el magnate más poderoso del mundo a la cabeza, demuestra varias cosas:

Casi todos las personalidades de la política mexicana son iguales, no imparta el color ideológico, muy de izquierda, de izquierda moderada, de centro o de derechas, todos se inclinan ante el poder del capital. 

Es más lógico en un político como Samuel García, gobernador de Nuevo León

Que es y ha sido un empresario metido a la política quien, en su lógica empresarial, es totalmente razonable buscar, a toda costa, la atracción de inversión extranjera de esa dimensión.

En general, al empresario no le interesa mucho el impacto ambiental de las inversiones ni asegurar su efecto redistributivo. Tampoco es su prioridad  la inclusión social y la responsabilidad social de la empresa.

Hay, por supuesto, honrosas excepciones entre los capitalistas, algunos sí tienen una genuina preocupación de poner por delante la protección y defensa del medio ambiente y la justicia social, pero son los menos.

Un ejemplo excepcional podría ser la asociación pública- privada para construir el Gran Acuario Mazatlán Mar de Cortés, por inaugurarse en unas semanas.

Lo interesante

Es observar cómo se inclinan los de la 4T y rinden pleitesía al capital y a Mr. Elon Musk que, con su peso y poder global como gran inversionista, puede influir en la atracción y multiplicación de más inversiones extranjeras en México.

¡Qué bueno!, porque significan más empleos y más desarrollo, aunque nuestro patrón y modelo de desarrollo tiene bastantes inequidades. 

En otras palabras, el nacionalismo, el patriotismo y el antiimperialismo en México es retórico y hasta demagógico porque en esencia somos un país capitalista con líderes -no importa el partido o corriente política- subordinados al gran capital, aunque algunos a veces hagan berrinches.

Los desplantes de defensa de la soberanía son para consumo interno

Y para algunos aliados de la región y para fijar límites a Estados Unidos y otras potencias, como lo son las solidaridades con Cuba, Nicaragua o Venezuela. ¡Claro!, tienen costos de diversa índole.

El caso de nuestra solidaridad con Cuba es ejemplar, porque se remonta al inicio de su Revolución en la época del presidente López Mateos, en 1959 ,y en intentos previos de los revolucionarios encabezados por Fidel Castro.

No nos confundamos, pueden existir ambiciones autoritarias o claras intenciones de concentrar poder, pero para nada existe un riesgo de comunismo, cuando más, tenemos ciertos intentos de recuperar cierta rectoría del estado, no siempre con políticas consistentes y de fortaleza.

¿Usted que piensa amable lector?

*Diplomático mexicano en retiro y académico fundador de UAMX en Ciudad de México.
Foto: sergeitokmakov

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