Sergio Uzeta Murcio*
Desde que tengo memoria, recuerdo la frase “México, país de instituciones“. ¿Qué tan cierto sigue siendo esto?
Tras la Revolución, México transitó de ser un país de caudillos a un país de instituciones. La consolidación de algunas de ellas se convirtieron en un timbre de orgullo para nuestro país. Sin embargo, con el paso de los sexenios, las instituciones se han ido deteriorando por la mala acción de quienes las dirigen y por quienes han gobernado en tiempos recientes.
Las ambiciones personales y de grupo político, le han dado al traste a las instituciones. El saqueo descarado de las arcas de algunas de ellas se ha convertido en la norma, ya que muchas de ellas han sido utilizadas como la caja chica o caja grande para impulsar proyectos políticos.
El mejor ejemplo de ello es el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la silla presidencial. El actual habitante de Palacio Nacional fue impulsado por carretadas de dinero que se convirtieron en la gasolina que lo llevó al poder.
Ese modus operandi, de tomar dinero público para financiar proyectos políticos privados, es el origen del grave deterioro que viven varias de las instituciones emblemáticas de México, como las del sistema de salud. La falta de medicamentos y el desabasto de los materiales más básicos de curación, son ejemplo de ello.
La falta de mantenimiento, que ha provocado constantes accidentes e incidentes en el Metro de la CDMX, es otro ejemplo de ello. Y así podemos hablar de otras instituciones que, por décadas, apoyaron el desarrollo del talento y dieron impulso a la modernidad mexicana.
Pero ahora, el signo de los tiempos es seguir privilegiando a la persona, al líder, al funcionario, al amigo, al empresario de confianza, para mantenerse en el poder a toda costa, sin importar el daño que esto genera en las entrañas de la Patria.
Ese modelo depredador está dando al traste con las instituciones
Este es un asunto de la mayor importancia que debería estar en el centro del debate de la agenda nacional y de las políticas públicas que impulsa el gobierno. Pero no, ocurre todo lo contrario. Ahí está el ejemplo de una ministra de la Corte que plagió su tesis de licenciatura y que ha recibido el apoyo de diversos grupos afines al gobierno de Morena.
O la defensa a ultranza de todos aquellos cercanos al afecto presidencial, aunque haya pruebas fehacientes de sus corruptelas, incapacidades y omisiones. El interés general, que impulsaba el desarrollo de instituciones, ha dado paso al interés particular de grupos que solo buscan su beneficio en detrimento del resto de quienes trabajamos por este país. Una triste realidad que nos lastima y cancela el futuro de generaciones enteras.

Periodista y comunicador
Socio Consultor en Agencia Sinergis
#TeamSinergis
facebook.com/sergio.uzetamurcio
Foto: Presidencia