mayo 19, 2024

El Síndrome de Diógenes, padecimiento que afecta a adultos mayores

El Síndrome de Diógenes, padecimiento que afecta a adultos mayores

Bolivar Hernandez*
El Síndrome de Diógenes es un padecimiento afecta principalmente a las personas mayores de 60 años, que acumulan muchos objetos, y también desperdicios y basura en sus hogares.
La acumulación compulsiva es un acto producto de la sobreproducción de objetos industriales, que crean objetos y necesidades inexistentes.
Antiguamente, en la era de la posguerra en Europa, las personas acumulaban objetos por la escasez crítica de todo. No tiraban nada a la basura, porque podía servir mas adelante, básicamente eran frascos, botellas, recipientes de vidrio o metal.
Estamos en la era del úsese y tírese, todo es desechable
Esto aplica a cualquier objeto moderno: Automóviles, computadoras, celulares, electrodomésticos, etcétera. También opera en la ropa y calzado.
Los estadounidenses acumulan, en promedio a lo largo de la vida, unos 8 mil objetos por persona, y a nivel familiar la cifra aumenta considerablemente.
Los países industrializados con producciones masivas, lanzan al consumo mundial millones de objetos a bajos precios, y con una fórmula eficaz, que se denomina: La obsolescencia programada, para que la vida útil del objeto no rebase los tres años.
Los chinos son los campeones en la producción de objetos de mala calidad y bajo precio, para alentar el acto de desechar los objetos al poco tiempo, llegando al extremo qué hay objetos chinos que duran sólo un día y luego a la basura.
A los objetos chinos se les conoce vulgarmente como Son puras chinaderas, ¡basura barata!
En casi todos los hogares del mundo existe el cuarto de los cachivaches, el cual es un sitio repleto de objetos en desuso o destartalados.
Y también hay armarios o closets retacados de enseres inservibles, principalmente ropa y calzado pasados de moda.
Fui por varios años profesor
En las carreras de diseño gráfico, industrial y textil, y también en la carrera de arquitectura en su nivel de posgrado, en la Universidad Iberoamericana.
Y les hice ver a los alumnos que la producción de vivienda y de los objetos para el hogar, tenían una marcada visión masculina, que no consideraba los intereses y comodidades para las mujeres.
Todos los electrodomésticos son creación de diseñadores masculinos; las cocinas integrales también. La distribución de los espacios se hacen con la lógica masculina, nunca consideran la opinión femenina, que son las amas de casa, las que generalmente pasan más tiempo dentro del hogar.
Mi tarea con los estudiantes de diseño industrial era que pensaran en la funcionalidad del objeto ,más que en su belleza o estética. Igualmente, a mis alumnos de la maestría en arquitectura, les pedía pensar en las necesidades y distribución de los espacios de toda la familia.
Foto: ThomasWolter
Como una convicción personal
Procuro no adquirir ningún objeto que no necesito o que no cumple una función esencial en mi confort cotidiano.
Mi universo de objetos es ridículamente reducido, y se trata de objetos minúsculos.

La lista personal incluye estas extravagancias:

  • un excelente cortaúñas que compre en San Juan de Puerto Rico, en el año 2000.
  • Un sobre con cuatro lancetas para pinchar un dedo y que sangre en caso de un infarto o una embolia.
  • Una venda, un frasco de pomada para dolores musculares, un costurero miniatura con agujas e hilos de colores
  • Limas para las uñas, baterías doble AA y triple AAA para el radio, el reloj, y el control de la TV.
  • Utensilios para lustrar mis zapatos: pasta, tinta y cepillo para sacar brillo.
  • Un frasco de alcohol, un frasco de vitamina C, otro de vitamina E.
  • Un sombrero tipo Indiana Jones, poca ropa de buena calidad, zapatos cómodos italianos, una colección de palaquiates de todos los colores, para ponerme en el cuello y evitar la transpiración en este clima tropical.
  • Parches para las ponchaduras de llantas de mi bicicleta, un inflador, una cajita de herramientas y un metro metálico.
  • Cepillos para el cabello, dos cajas de té verde, una báscula corrientes que me impide observar el peso porque los números son diminutos, medicamentos en un número reducido, los evito como al diablo.
  • Mi IPad con la que trabajo para las sesiones virtuales con pacientes del extranjero.
Vivo con austeridad pero con decoro, no necesito casi nada. Cerca de mi casa en la finca, se inauguró recientemente una enorme bodega de objetos chinos, y me dijo el gerente con orgullo: Aquí hay más de 100 mil artículos. Entré e hice un recorrido extenso y llegué a la conclusión que no necesito absolutamente nada de esa bodega, salí sin comprar ni un alfiler.
Conclusión
En el siglo XX cuando yo nací, en 1944, la noción era: A las personas se les ama y a los objetos se les usa.
Actualmente la noción imperante es a la inversa: La gente ama los objetos a tal grado que algunos han perdido la vida tratando de evitar el robo de su reloj Rolex; y a las personas se les usa y se les desecha como trapos viejos.
Posdata:
Nunca en mi larga vida he visto un cortejo fúnebre con un camión de mudanzas atrás con todos los objetos acumulados por el difunto.
*La vaca filósofa.
Fotos: ha11ok/ThomasWolter

About The Author

Soy binacional México-guatemalteco, 77 años. Antropólogo, psicoanalista, periodista, ecólogo, ciclista, poeta y fotógrafo.

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