July Buendía
Antes de llegar,
Y después de traspasar las barreras más hostiles,
Las más saladas que el amor posee,
Entre el fuego de una ola,
Y el cantar azul del viento ardiente,
Aquel que me acerca a la pesadilla de tu eterna boca,
Sólo antes de eso,
Y delante de tres hilos lunares que recorran mi cintura,
Es que te ruego:
¡Piérdete entre mis perlas corazón!
Extravíate en la línea media de cada una,
Justo cuando tu boca las abraza,
Y ellas suspiran tranquilas y resignadas,
A tu entrega pasional entera.
Hállate luego de horas,
Mientras permites que te contemplen,
Saciado,
Extenuado y feliz,
Porque ríes cuando intentas dormir,
Porque sabes que son ellas,
Quienes no permitirán tu descanso,
Y con la magia del sonido único de sus letras,
Nuevamente te atraerán.
Agitado, embelesado, ardiente y fugaz…
Así lo harán.
Son ellas,
Mis perlas,
Las que aman tus espacios esquinados,
La melodía de tu piel,
El entorno de tu pelo negro y apenas cano,
Aquel lunar tímidamente oculto entre los pliegues,
De un no sé qué.
Ellas,
Las que muy temprano o con las estrellas,
Susurrarán sus deseos en tu oído,
Apretando una almohada,
Mordiendo el silencio del olvido.
Atiéndelas entonces,
Que eres el hombre que aman y por el que sueñan.
No las hagas esperar,
Porque altivas como el mar,
Se contonean ambiciosas,
Sabiéndose bellas,
Delante de ti,
Y de muchos más.
…
¡Calla!
…
No las dejes huir…
Son traviesas…
Y tuyas al fin.