mayo 24, 2025

G7: No solamente hay guerras, también hay deudas

G7: No solamente hay guerras, también hay deudas

Mario Lettieri y Paolo Raimondi, desde Roma*

Teniendo en cuenta el Jubileo de 2025, la Santa Sede está exhortando a una vasta red de organizaciones internacionales, políticas, sociales y culturales a formular y promover políticas para perdonar o al menos reducir el peso de la deuda de los países pobres.

Días atrás, hablando en el simposio “Enfrentar la crisis de deuda en el Sur del mundo”, organizado por la Pontificia Academia de Ciencias, el papa Francisco renovó la petición de una moratoria a la deuda. Naturalmente, no se limitó a esto, sino propuso la necesidad de “una nueva arquitectura financiera internacional, atrevida y creativa”.

Vale decir, la creación de un mecanismo multinacional, basado en la solidaridad y en la armonía entre los pueblos, que tenga en cuenta el significado del problema y de sus implicaciones económicas, financieras y sociales, para romper el círculo vicioso del financiamiento que se transforma en endeudamiento.

La mera moratoria a la deuda crea solamente un alivio temporal para las economías de los países más pobres

Pero no aborda las causas profundas, como los antiguos problemas del subdesarrollo, de la dependencia y de la sumisión económica hacia viejos y nuevos colonialismos públicos y privados.

La moratoria de las deudas a los países pobres también fue solicitada por el papa Juan Pablo II para el Jubileo del Año 2000. El resultado de la iniciativa fue la cancelación de las deudas de 52 de los países más pobres del mundo. En 2005, el G-8, con fuerte acción de Italia, perdonó deudas con valor de 40 mil millones de dólares y diversas instituciones financieras hicieron lo mismo en una cantidad de 130 mil millones de dólares.

Pero hasta la cancelación de la deuda no es suficiente. En realidad, pasaron menos de dos décadas y la crisis de la deuda se volvió más amenazadora, especialmente, en África. Entre 2013 y 2022, el porcentaje promedio de las deudas públicas africanas se duplicó, pasando del 30% hasta el 60% del Producto Interno Bruto (PIB).

Claro, si la comparamos con el promedio superior al 100% de los llamados países avanzados o con los 130% de Italia, el nivel medio africano podría parecer “virtuoso”. Con todo, para los países pobres, el reembolso de los préstamos es cada vez más difícil y las tasas de interés están aumentando. Así, las deudas se vuelven, efectivamente, un sistema de colonización que puede considerarse una verdadera esclavitud.

El pago de interés, incluso en una deuda pequeña 

Puede reducir el presupuesto de un Estado. Por ejemplo, Angola debe usar un 60% de su PIB para el servicio de su deuda. Cada bimestre, Guinea Bissau pide un préstamo al Banco de África Occidental, no para nuevas inversiones sino para pagar los salarios de los funcionarios públicos. Los gastos corrientes son cubiertos con deudas, creando así un mecanismo perverso.

El Pontífice abordó el mérito del tipo de financiamiento concedido hasta ahora a los países pobres, observando que ellos “no necesitan de un financiamiento cualquiera, sino de uno que implique una responsabilidad compartida entre quien lo recibe y quien lo concede”. Depende de las condiciones establecidas, de la forma como se utiliza y de situaciones específicas en que se encuentren los países endeudados.

En realidad, muchas veces, el financiamiento esconde trampas mortales: Condiciones insustentables de austeridad, apropiación de tierras, con las cuales aquellos que conceden los créditos garanticen la explotación de grandes territorios y materias primas. Los acreedores son fondos financieros cada vez más anónimos, aplicando las leyes de mercado más rigoristas y severas. A esto se agregan otras perniciosas tendencias en los países que piden y reciben financiamientos, incluyendo ciertamente la corrupción generalizada, incompetente gestión y la compra de armamento.

Como lo ha hecho muchas veces en sus discursos, Francisco afirma que “la deuda ecológica y la deuda externa son dos caras de la misma moneda”

Más allá de las controversias que rodean los estudios sobre el medio ambiente y los cambios climáticos, no hay duda de que los países occidentales tienen una gran deuda ambiental para con los países pobres, debido a muchas décadas de explotación incondicional de recursos.

Ejemplos tangibles son las minas explotadas sin ningún respeto por el medio ambiente. Sin hablar de la mano de obra local explotada y sin los menores derechos. 

Que el Papa hable sobre estos temas es muy importante. Esperamos que los gobiernos del G-7 y las grandes instituciones internacionales, que tienen la responsabilidad política de enfrentar semejantes retos, lo escuchen. Por desgracia, tememos que la cumbre del G-7 en Borgo Egnazia, en Apulia, permanezca silenciosa frente a estas emergencias. ¡Sin embargo, el problema existe y es muy grande!

*Este artículo fue escrito antes de la cumbre del G-7 celebrada en Borgo Egnazia, Italia entre el 15-16 de junio pasado /MSIA Informa

About The Author

Maestra en Periodismo y Comunicación; directora de noticias, editora, jefa de información, articulista, reportera-investigadora, conductora y RP. Copywriter de dos libros sobre situación política, económica y narcotráfico de México; uno más artesanal de Literatura. Diversos reconocimientos, entre ellos la Medalla de plata por 50 Aniversario de Radio UNAM y Premio Nacional de Periodismo, categoría Reportaje.

Related posts