Bolivar Hernandez*
Como antropólogo, tuve la oportunidad de hacer trabajos de campo e investigación en el bello estado de Michoacán. Llevé a varios grupos de estudiantes de Antropología de la universidad iberoamericana de la Ciudad de México, a sus prácticas de campo, para que desarrollaran sus habilidades etnográficas, que aprendieran a describir todo mediante la “observación participante”, al estilo de Malinowski.
La observación es un método científico pilar de los estudios antropológicos en todo el mundo. Yo era un fiel seguidor del doctor Bronislaw Malinowski, polaco de origen y creador de la antropología social británica, que nos indicaba la importancia de desarrollar una mirada crítica de la cultura mediante la observación.
Las culturas michoacanas
Son un atractivo peculiar para la antropología mexicana y estadounidense. Desde el siglo pasado, la migración michoacana a los EEUU fue creciente, a tal grado de existir en California, pueblos enteros habitados solo por gente originaria de Michoacán.
El doctor Ángel Palerm me encomendó hacerme cargo de las prácticas de campo de los estudiantes de antropología de la Ibero.
Así fue que estuvimos varias temporadas en la Cañada de los 11 pueblos, cuya cabecera es Chilchota y otros pueblos menores dedicados a la cerámica, y alfarería, de gran calidad artística. Como son los diablos de Ocumicho.
También estudiamos en Uruapan a los aguacateros exportadores y sus sistemas de explotación agroindustrial. Las mejores tortas de aguacate las comí en una fonda frente al parque de Uruapan .
Estudiamos a los ejidatarios de origen italiano de los poblados de Nueva Italia y Lombardía, gente venida de Italia y acogida por el presidente Lázaro Cárdenas en su tierra natal.
Paracho, la tierra de los fabricantes de guitarras y otros instrumentos musicales de cuerdas, nos acogieron con afecto por varias temporadas. Esos artesanos son exportadores de guitarras a todo el mundo.
En Paracho

En cierta ocasión, Cuauhtémoc Cárdenas le pidió a la Ibero un estudio sobre el Fideicomiso de vivienda de Lázaro Cárdenas, un conjunto urbano moderno en el Puerto de Lázaro Cárdenas. Llevé un nutrido grupo de estudiantes atraídos por estar cerca de Playa Azul o de Zihuatanejo, en Guerrero.
Traté muy de cerca al legendario ingeniero Cárdenas. Y me envió a México en su avión particular por un asunto administrativo, y la pequeña aeronave, en pleno vuelo, abrió la puerta lateral donde iba yo sentado y quedé muerto de miedo, en medio de una gran tormenta. No recé, porque no sé.
Tuve una querida amiga y gran escritora que decidió ir a vivir junto al lago de Zirahuen, María Luisa Puga, somos de la misma edad, y se instaló en una preciosa cabaña de madera, con chimenea. La visité un par de veces, y no admitió más visitas. Sabía que tenía un cáncer hepático y que sus días estaban contados.
En esa época escribió Diario del dolor. De hecho, escribió varias novelas y la que la hizo famosa fue Las posibilidades del odio, que publicó al inicio de su carrera literaria. Murió muy joven.
Pátzcuaro es una bella ciudad colonial, que también fue estudiada por nosotros, junto con los pescadores de la Isla de Janitzio. Además de los artesanos en cobre de Quiroga.
Estuve una temporada en el CREFAL, institución creada en 1951 por la UNESCO. Esa institución tiene el nombre más largo que ustedes jamás pudieron imaginar: Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos de América Latina y el Caribe. ¡Puf!
Junto con maestros de educación indígena, bicultural, provenientes de México, Centroamérica, Sudamérica y el Caribe, hicimos un diplomado largo ahí.
Ese centro, CREFAL, está ubicado en una bella finca donada por el presidente Lázaro Cárdenas, se trata de La Quinta Eréndira.
Para rematar los Caminos de Michoacán, narraré una pequeña historia final

Quise ir a conocer aquello y alquilé unos caballos famélicos y emprendí un largo viaje de varias horas, iba acompañado de mi esposa de entonces, y mi hija, La Tata, casi recién nacida.
Subí al volcán y disfruté el panorama desde las alturas, mis acompañantes, no.
Volvimos a la civilización mentando madres por el cansancio, sed y hombre.
Prometí entonces no volver hacerlo con ellas, sino solo a mi aire.
*La Vaca Filósofa