marzo 28, 2024

Rusia contra Ucrania: El comportamiento sin sentido de la responsabilidad de la prensa alemana

Rusia contra Ucrania: El comportamiento sin sentido de la responsabilidad de la prensa alemana

Elisabeth Hellenbroich, desde Wiesbaden, Alemania

A finales de agosto se publicó en alemana el oportuno libro El cuarto poder: Cómo la opinión de la mayoría está siendo formada, aunque no quiera (Wie Mehrheitsmeinung gemacht wird, auch wen sie keine ist. Frankfurt: S. Fischer Verlag, 2022), escrito por el filósofo David Precht y por el científico social Harold Weltzet de la Universidad de St. Gallo, Suiza.

Los dos autores, que no tardaron en recibir una andanada pública de odio y de comentarios negativos, querían escribir un libro que partiera de un examen crítico de la gran prensa alemana y de su divulgación unilateral de la guerra de Ucrania y esto tenía que ver con las investigaciones hechas en junio de este año por el instituto de investigaciones FORSA, según las cuales 43 por ciento (¡) de los alemanes piensan que la prensa alemana se deterioró. En el mismo mes, una investigación del Instituto Allensbach reveló que 44 por ciento de los alemanes creían que ya no podían expresar sus opiniones políticas con libertad. La tesis principal de El cuarto poder, es que la democracia en Alemania se está convirtiendo en una mediocracia. La prensa de masa mueve a los principales políticos y éstos, para no correr el riesgo de ser blanco de escándalos, se someten a la “autocensura” en gran escala.

Esto se muestra en numerosos programas de entrevistas de la televisión alemana, donde, durante meses, los defensores de la entrega de armas pesadas a Ucrania chocaron con algunos que abogaban por una cautela mayor y pedían la solución diplomática de la guerra.

Los autores observaron lo que llamaron la hiperventilación y la tendencia a difamar rápidamente a todos aquellos que manifiestan críticas a las nuevas entregas de armas. Según ellos, en los principales medios de difusión alemanes existe la tendencia de manipular la opinión pública, polarizando, simplificando, moralizando y difamando.

Esto es tanto más notorio cuando la prensa pública tiene la “obligación” de ofrecer información calificada y confrontada de forma crítica con otras fuentes. Sin embargo, muchas veces, la tendencia de la gran prensa es la de suprimir la verdad completa. Además, las redes sociales -Twitter, Instragram, etc.- están ganando cada vez más influencia. La guerra Rusia-Ucrania constituye el ejemplo más significativo de la “selectividad” de los informes de prensa. En abril, la periodista Alice Schwarzer, de la revista feminista Emma, publicó una carta abierta dirigida al canciller Olaf Scholz, firmada por 28 intelectuales, entre ellos juristas, escritores, cineastas, filósofos y científicos, a la que se agregaron en poco tiempo más de 300 mil firmas en la plataforma Change.org. La carta pedía que se le diese más importancia a la diplomacia y que se procurase una “tregua, con el fin de parar la espiral de violencia y cuidar la vida de decenas de miles de personas.” Sin embargo, esta fue una excepción. En el libro, lo autores señalan un cambio de fase ocurrido en el país luego del estallido de la guerra, cuando Scholz anunció en el Parlamento Federal (Bundestag) que Alemania estaba al lado de Ucrania y que le entregaría todo el equipo necesario para que pudiese prevalecer en la guerra.

El discurso fue calificado por la gran prensa de “histórico,” al tiempo que los “talk show” desataban una campaña de “culpa/orgullo,” contra políticos como el excanciller Gerhard Schröder y el expresidente Frank-Walter Steinmeier, acusados y vilipendiados por su política a favor de Rusia en el pasado y por haberse comprometido en la construcción del gasoducto Nord Stream 2.

Lo que contaba era que esas personas, que participaron en la política de Ostpolitik (Política para el Este), construida por más de 30 años, ahora tenían que sentirse avergonzados por haber cometido tal error. Así pues, “sentirse avergonzado” se convirtió en la principal narrativa de la gran prensa. La fórmula de “cambio por el comercio” (Wandel durch Handel), que acompañó a la Ostpolitik alemana fue derrumbada de la noche a la mañana.

Foto: ThePixelman La divulgación de la guerra Precht y Welzer señalan que en el verano de 2022 ya eran casi homogéneas e igualmente normativas las evaluaciones sobre las causas de la guerra, su curso y la cuestión de cuales medidas debería tomar el gobierno y Occidente. Entre finales de febrero y mediados de julio se necesitaría una cuidadosa investigación para encontrar material periodístico crítico sobre el deseo absoluto del gobierno ucraniano de recibir más armas pesadas o relatos equilibrados sobre los actos de ambos ejércitos participantes y la opinión internacional sobre los actos de Occidente.

En lugar de esto, hubo una cascada de comentarios identificados con la posición del gobierno ucraniano y del embajador ucraniano en Berlín (Andriy Melmyk, que terminó por perder su cargo por su comportamiento agresivo e irrespetuoso -e.h.) Lo que también causó preocupación fue la difusión eurocéntrica, en la que las reflexiones no occidentales de la situación apenas se mencionaban casual o sencillamente se ignoraban (en contraste con el New York Times o el Financial Times). Lo cierto es que en muchos países de Asia y de África, los papeles de Occidente y de Rusia no se categorizaran tan claramente como aparecen en nuestra prensa, en los primeros meses, fue claramente subrepresentado, escriben los autores.

Aunque muchos países representados en las Naciones Unidas (UN) no hubiesen votado contra Rusia el 2 de marzo, o se abstuviesen en la votación de una resolución condenatoria de UN, “la perspectiva objetivamente falsa de que el dictador ruso está aislado internacionalmente se corrigió lentamente en la prensa tan sólo a mediados de junio, cuando resultó claro que la energía exportada por Rusia tiene consumidores internacionales suficientes, y es por ello que los efectos de cinco embargos occidentales realmente no importan.” De la misma forma, no se presentaron relatos sobre la naturaleza y la dinámica de la guerra. Las guerras producen su propia lógica, afirman los autores: “Esto es “brutalización y crueldad.” (…) Se debe pensar, por ejemplo, en las inmensas crueldades de la Wehrmacht alemana en Ucrania y en la Unión Soviética, donde asesinaron a millones personas, incluso con fusilamientos en masa, que mataron de hambre a prisioneros de guerra y aniquilaron judíos. Basta pensar en Estados Unidos cuando arrojaron las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki y en el bombardeo de Tokio con 100 mil muertos.

Recuérdese la Guerra de Vietnam, en la que murieron un millón y medio de vietnamitas y donde el napalm destruyó los cuerpos de innumerables seres humanos o los que fueron envenenados con dioxina (agente naranja). Se debe pensar en los estupros y en las masacres ocurridos durante cada guerra, que colocan los crímenes de Bucha en consonancia con las masacres de soldados estadounidenses en Jaditha y Majmudiya, en la guerra de Iraq de 2005-2006. No existen guerras limpias y no criminales. Y por más comprensible que sea la indignación y el luto por los terribles crímenes de guerra rusos, por desgracia, no son excepciones.

Al concentrarse tan sólo en la perspectiva de Ucrania, la prensa alemana, en términos de capacidad, no sólo quedo por debajo del patrón, sino que perdió la oportunidad de hacer una “análisis realista” del desarrollo de la guerra. En lugar de esto, prefirió el “periodismo de postura” analíticamente infructífero, que ante los crímenes de guerra rusos temblaba al emitir su indignación, pero, no obstante, “no era capaz de describir sistemáticamente los sucesos de la guerra y descifrarlos.

Nunca se afirmó que el asesinato de civiles y la violencia sexual brutal, con pillaje y tortura, nunca son excesos exclusivos de una parte de la guerra, sino que siempre acontecen cuando la guerra y sus brutalidades evolucionan.

Oportunismo moralizante

El libro menciona el relato del Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), en el que el alabado Regimiento Azov se describe como héroes en las garras de Moscú, lo que es contrario a cualquier reportaje objetivo, no pasa de ser mera propaganda. Loa autores critican lo que califican de “oportunismo moralizante.” Lo que impresiona es la “solidaridad voluntaria incondicional con Ucrania” hasta el “éxtasis de nuestros sentimientos” y los ataques inmediatos contra los que presentan otro argumento.

La forma en la que la prensa alemana escribe sobre la guerra es una ilustración de lo que llaman periodismo de cursor, que muestra un conformismo que contrasta con la prensa mucho más crítica de Francia y de Estados Unidos. Los autores son críticos con el hecho de que los artículos de los periódicos alemanes parecen escritos de una forma que “dispare” los comentarios de las redes sociales, es decir, que estén de acuerdo con las tendencias prevalecientes y que sean juzgados por la cantidad de “cliques” recibidos. Ralf Fücks, político y miembro del Partido Verde alemán desde 1982, recibe una crítica por acusar sin fundamento a un especialista militar, el general brigadier Erich Va, exasesor militar de Angela Merkel, quien generalmente elabora análisis militares muy precisos y sobrios sobre la guerra en marcha, pero que la mayoría de las veces es obstaculizada por ser un “pacifista que quiere capitular (Unterwerfungspazifisten).

Tal actitud, recalcan, demuestra una nueva forma de destructividad, esencialmente, pues se acepta una forma de descontextualización. Un contraste italiano El contraste lo ha dado, el canal italiano Contra TV, que el día 30 de septiembre trasmitió un reportaje sobre los antecedentes de la construcción del Nord Stream 2. El programa recordó la infame carta de los senadores republicanos estadounidenses Ted Cruz, Tom Cotton y Ron Johnson a la administración portuaria de la ciudad alemana de Sassnitz, en Schleswig Holstein, en la que la amenazaban con “sanciones aplastadoras” por supuestamente proporcionar abastecimientos involucrados en la construcción del gasoducto, para lo cual el puerto local era una base de operaciones. Se exhibió un video de una declaración de Johnson en la que afirmó que “no puedo pensar en otra manera más poderosa contra la agresión rusa que impedir el Nord Strem 2 para siempre,” sugiriendo de paso una ley contra tales proyectos. En su comentario, el periodista Dario Fausti expresó indignación, puesto que la ley sugerida se dirigiría “contra un proyecto entre dos estados soberanos -Rusia y Alemania- “y, por ello, sería “un nivel increíble de arrogancia.” Otro video mostró a la subsecretaria de Estado Victoria Nuland cuando dijo, antes del estallido de la guerra, que “tenemos conversaciones fuertes con Alemania. Rusia invade, la única forma de responder es parar el Nord Stream 2.” Y no podía faltar el comentario del presidente Joe Biden, que poco antes de la guerra, el 7 de febrero, declaró en una entrevista colectiva en la Casa Blanca: “Si Rusia invade, ya no habrá Nord Strem 2. Vamos a acabar con él.” Al ser interrogado sobre cómo se podría hacer, el presidente de Estados Unidos respondió: “Le prometo, seremos capaces de hacerlo.” Digna de mención es también la afirmación del conocido economista estadounidense, Jeffrey Sachs, quien, en entrevista a la agencia Bloomberg, culpó directamente a Estados Unidos y a Polonia del sabotaje de los gasoductos. Sin embargo, todos esos argumentos han sido dejados en general de lado en la gran prensa alemana, lo que equivale a la mera supresión de la verdad.

Fotos: Defence-Imagery/ ThePixelman

About The Author

Maestra en Periodismo y Comunicación; directora de noticias, editora, jefa de información, articulista, reportera-investigadora, conductora y RP. Copywriter de dos libros sobre situación política, económica y narcotráfico de México; uno más artesanal de Literatura. Diversos reconocimientos, entre ellos la Medalla de plata por 50 Aniversario de Radio UNAM y Premio Nacional de Periodismo, categoría Reportaje.

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